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“Nosotros todos, mirando á cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma semejanza, como por el Espíritu del Señor.” 2 Co 3.18
Aquello sobre lo que fijamos nuestra atención es lo que domina nuestras emociones y crecerá en nuestra experiencia. Cuando tenemos hambre de Dios, deseamos lo que ya es nuestro. Al nacer del agua y del Espíritu, tenemos todo de Dios, pero es posible que no estemos experimentando la plenitud de Dios, o que haya aspectos de Su plenitud que no estemos experimentando.
No podemos tener más de Dios que lo que ya se nos ha dado: Su Espíritu Santo, sin embargo podemos experimentar mucho más de lo que estamos viviendo. Alabe y adore con absoluta atención en Dios y usted podrá experimentar Su plenitud, “pues Dios no da el Espíritu por medida” Jn 3.34.
La vida que Dios ofrece solo se experimenta en comunión íntima y personal con Él, nunca la podrá experimentar con información sobre Él. Juan 17.3 dice: “¡esta es la vida eterna: conocer (experimentar) al único Dios verdadero y a Jesucristo!” No es posible experimentar la vida sin una relación.
La falla ha sido en insistir en encontrar una fórmula espiritual secreta donde no tengamos necesidad de una relación personal con Dios el Padre o el Señor Jesucristo.
Cuando nos acercamos a Dios con todo nuestro corazón con canto, oración o acción, involucramos toda clase de emociones, sentidos físicos y espirituales. Lo que en realidad ocurre es que el cerebro reacciona como cuando uno está comunicándose con una persona a la que se siente conectado. Comenzamos a sentir emociones y espiritualmente experimentamos un cambio de vida. Experimentamos el poder para vivir las palabras que estamos cantando y orando. Cuando sentimos las alabanzas que con total conciencia y entendimiento cantamos estamos meditando y cuando meditamos somos transformados desde adentro hacia afuera.
No somos un mero producto de las circunstancias, interactuamos con ellas. Si usted puede obedecer las Palabras de Dios usted podrá transformar su mundo, emociones, decisiones y experimentar la vida plena. Le invito a dar gracias a Dios. Cuando todo acabe miraremos asombrados cómo todo tiene sentido y usted podrá decir “no he vivido en vano”.
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