El mundo razona carnalmente y su razonamiento se opone a todo lo que Cristo logró. Por eso Pablo nos dice que renovemos nuestra mente. (Rom 12:1-2.)
La mayoría de nosotros hemos pasado toda nuestra vida pensando y, actuando según el sistema del mundo, usando de razonamiento de este mundo. El sistema del mundo se basa en la actuación y el amor condicional. Ese tipo de pensamiento nos impide experimentar la vida abundante por la que Cristo pagó un alto precio.
En Rom 8:5, Pablo nos dice: “Los que viven según la carne piensan en las cosas de la carne, pero los que viven según el Espíritu, piensan en las cosas del Espíritu”. Hay personas que se niegan a abandonar el sistema del mundo. Sus mentes están decididas a lo bien que pueden desempeñarse por sí solas y llaman a Dios solo en caso de incendios. Se sienten aceptados cuando se desempeñan bien y se sienten rechazados por Dios cuando se comportan mal. También asumen falsamente que lo que sienten es una confirmación de lo que Dios dice sobre ellos. Sus emociones reafirman su autoengaño.
Hay otras personas que tienen la mente puesta en las cosas del Espíritu. Estas personas confían en la obra que el Espíritu de Dios está realizando en ellos. Confían que han sido hecho justos y aceptables a Dios por causa de la obra de Jesús y experimentan la paz de Dios y la calidad de vida que Jesús habló.
Pablo lo expresa así: “Tener una mente carnal es muerte, pero tener una mente espiritual es vida y paz ”(Rom 8:6). Vida real y paz real … no imaginaria.
Así que cada quien decide el tipo de vida que quiere vivir adentro. Es posible que por fuera haya tormenta pero da igual para aquel que se refugia en paz.
Pienso que todos desean esta calidad de vida. Esta calidad de vida interior afectará todo tu mundo cuando comprendas y creas verdaderamente que Dios te ama y acepta. Fortalecerá todos los aspectos de tu vida. Fortalecerá tu conciencia y tendrás sentimientos positivos de la aprobación de Dios. Sentirse aprobado por Dios es la base emocional desde la que funciona un hijo e hija de Dios.
Según la Biblia tener una mente carnal equivale a desperdiciar la vida. Uno debe preguntarse: ¿qué significaría desperdiciar mi vida? O en positivo: ¿qué significaría vivir bien la vida sin desperdiciarla? ¿Qué es lo opuesto a no desperdiciar la vida? ¿Significa ayudar al mayor número de personas posible? ¿O servir a Cristo totalmente? ¿O glorificar a Dios en todo lo que hago? Nos hemos pasado la vida repitiendo y sabemos lo aburrido de la monotonía…
Dios advierte: “Hijo mío, deja de oír la instrucción que hace errar las palabras del conocimiento” (Prov 19:27). La repetición tiene una manera de hacer que algo parezca real o verdadero. Una mentira repetida mil veces puede parecer verdad. Es una forma de condicionamiento. Pensamos que porque siempre se dice, ¡tiene que ser verdad! La repetición hace que lo que escuchamos se haga permanente dentro de nuestras mentes. ¿Te imaginas cómo puede afectarnos tener costumbres enfermizas y pensamientos que no nos llevan a nada repetidos toda la vida? ¿A qué realidad nos ciega? ¡A la realidad de Dios! Esta ley del desarrollo personal casi nos cuesta la vida.
Yo vivo analizando y reestructurando mis creencias. Busco escribir la verdad en mi corazón para vivir creando relaciones sencillas pero sinceras. Cuando comencé mi andar con Cristo recuerdo que tuve que deshacerme de todos los conceptos antibíblicos que le había puesto a Dios. Tuve que decidir si ponía mi confianza en la obra de Cristo Jesús o en mi desempeño personal. Según la Biblia, ¡Cristo Jesús es el único requisito para que una persona reciba todas las promesas de Dios! “Porque no importa cuántas promesas haya hecho Dios, en Cristo son ‘Sí’ y en amén” (2 Co 1:20). “El Padre nos capacitó para ser partícipes de la herencia de los santos en la luz” (Col 1:12). Si Cristo te hace apto para todas las promesas de Dios, ¿por qué buscarías nuevamente a través de tus méritos y esfuerzo personal hacerte apto?
Cuidado con la mentalidad del mundo. A medida que construimos nuestras vidas alrededor de listas santas, lentamente dejamos de lado a Jesús, y deja de ser el centro de nuestra vida. Nuestra lista puede ser buena y santa, puede contener cosas que debemos hacer con toda razón. Sin embargo, en el momento en que esa lista se convierta en nuestra calificación para ser aprobado por Dios para recibir la bendición o aceptación de Dios, se ha convertido en nuestra justicia. Hemos rechazado a Jesús como nuestra fuente de justicia y posición ante Dios.
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