La vida victoriosa

No arruinar el presente

¿Por qué Pablo llama a los Corintios carnales, siendo una iglesia donde abundaban los dones Espirituales y manifestaciones del poder de Dios?

Los dones espirituales nada tienen que ver con el fruto del Espíritu. Se espera que los que manifiestan dones espirituales sean personas espirituales pero no es así en la Biblia. Esto se debe a la falta de sabiduría de aquellos que reciben los dones y no los usan para servir a los demás, lo cual es el propósito de los dones.
El Espíritu de Dios vino sobre Saúl y profetizó, vino sobre Balaam y profetizó, vino sobre Judas dando poder para sanar toda enfermedad y echar fuera demonios (misión de los setenta), y ninguno de ellos obedeció al Señor a pesar de haber sido testigos de Él. Hay muchos otros casos similares.
En la Biblia el Espíritu de Dios se manifiesta a través de la gente, esto es lo que concemos como dones del Espíritu Santo, son expresiones o manifestaciones del Espíritu. Es el Espíritu manifestándose, eso es todo.
No se trata de si la persona es espiritual o carnal porque la manifestación del Espíritu es eso: el Espíritu manifestándose.

Pablo llama a los Corintios carnales porque sus mentes estaban puesta en las cosas de abajo y no las de arriba. Entre ellos había competencia, envidia, celos y divisiones, o sea, obras de la carne o carnalidad.
Por ejemplo, los que hablaban en lenguas se consideraban una especie de grupo elite superior al resto de los hermanos en la iglesia, ¿te imaginas qué clase de tontería esta? Lejos de ser espirituales este grupo era carnal, eran el epítome de la contradicción.

¿Es posible vivir una vida victoriosa , sobre tentaciones y todo lo que nos ofrece el mundo de lujuria que nos rodea?

Es posible porque ya hemos vencido (Rom 8.37).
Juan dice así: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo.” (1 Jn 2.15). Te explico cómo en la siguiente respuesta.

¿Podemos llegar a ser personas espirituales de verdad y dejar de ser carnales?
Juan dice que la clave está en lo que amamos, dicho de otra manera, en aquellas cosas a la que damos valor. Amar es dar valor.
El placer es un medidor que controla el corazón (Stg 1.14).
¿Recuerdas haber sido tentado a hacer algo que no te gusta?
El placer que experimentamos con alguien o algo mide el valor del tesoro.
Tu tesoro es lo que más tú amas. “Porque donde esté tu tesoro, allí estará también su corazón (tu amor)” (Mt 6:21).
Uno se sacrificará por su tesoro, lo exaltará, protegerá, hará cualquier cosa estúpida o destructiva, se comportará irracionalmente, hablará por impulso, porque el tesoro es el objeto que le da placer… al menos temporalmente.
A Dios le importa tu felicidad y por eso Él desea ser tu mayor tesoro, por tanto, Dios desea que tengas experiencias con Él que te produzcan placer, satisfacción y felicidad.
La cantidad de placer y experiencias profundas que tengas en Dios es la medida cuán valioso es Dios, como tesoro, para ti, Heb 12.2

En el creyente, todo comienza por renovar la mente, cambiar las opiniones que tiene acerca de todo en la vida por las que Dios le enseña en las Sagradas Escrituras. Y esto mi amigo, es un proceso de toda la vida.
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Rom 12.2

¿Que debemos hacer si honestamente, oramos, pedimos ser libres, nos disponemos, pero aún así caemos una y otra vez? ¿Cómo obtener la liberación de los deseos de la carne?

Siguiendo la respuesta anterior, debemos reexaminar las cosas que valoramos, aprender a valorar lo que Dios valora, amar lo que Dios ama y odiar lo que Dios odia.

Cuando algo pecaminoso nos da placer, el problema no es el placer, el problema es el tesoro. Lo que amamos está torcido, es malo.
Esto revela que a pesar de lo que cualquiera pueda decir, la realidad es que algo malo le resulta valioso. Esto se llama en la Biblia iniquidad y es la raíz del pecado, que algo malo sea nuestro tesoro.

Toda tentación surge de una necesidad genuina dada por Dios. Como te dije antes, la tentación no es la atracción de hacer lo que no queremos hacer. Es el anhelo de que se cumpla un deseo.
Pero cuando nos sentimos hastiados, inadecuados y no nos aceptamos, no vemos ninguna esperanza de satisfacer nuestros anhelos de una manera agradable a Dios. Por tanto, volvemos a comer migajas como mendigos que nos llevan a la esclavitud.

Sólo los niños son capaces de mantener sus sueños y hacer de ellos una realidad.


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