Desear mal y orar contra alguien

Manos abiertas

¿Qué ocurre cuando una persona desea el mal y ora en contra de alguien?

¿Se puede hacer daño a través de la oración? Sí.
¿Podría alguien usar la oración para hacer mal?
Podría, pero solo si dicha persona ya está dañada en su interior.

Esta es una de las maneras más claras en las que veo a Satán operar sobre el creyente incauto. Esta persona enojadísima justifica una oración para pecado sin darse cuenta que es Satán el espíritu que le inspira. Esta persona que ora para mal tiene un problema y no se da cuenta: lo que sea que pide o desea malo para otra persona le vendrá en su contra.
“No se dejen engañar a ustedes mismos, de Dios nadie se burla; pues todo lo se siembra, se cosecha.” Ga 6.7

La persona que ora en contra de otra es la primera que recibe el daño. Las oraciones de pecado, o para pecado (Sal 109.7), pueden afectar a la otra persona solamente si la otra persona está igualmente dañada en su interior, sea con tormento por falta de perdón, opresión por idolatría o egolatría, en general, por albergar maldad en el corazón. Ahora bien, esas oraciones no tienen ningún efecto sobre los justos, las personas íntegras que buscan la paz. Una persona puede sentirse tan injustamente agraviada que clame por justicia y desborde su angustia abriendo su corazón ante Dios. Si dicha persona conoce algo de Dios, sabe incluso en medio de su dolor que Dios es misericordioso con sus propios detractores. El Salmo 109 es un ejemplo de un clamor honesto. David suplica ante Dios que sea librado de sus enemigos y de la gente falsa. Sal 109.6-20 es un clamor profético elevado más allá de sí mismo, donde denuncia a sus enemigos y les anuncia juicio. Luego él mismo vuelve en sí en los siguientes versos, Sal 109.21-31 y regresa a su comunión con Dios en oración y alabanza. La tentación de maldecir o planear hacer daño a quienes nos lastiman es muy grande, por eso los hijos de Dios necesitan mirar el ejemplo de nuestro Señor Jesús, quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente (1 Pe 2.23).

Todo lo que uno haga hacia afuera (maldiciones, calumnias, chismes, malas acciones, etc.) le viene hacia adentro. Lo mejor que puede pasarle al que haga daño es que coseche pronto el mal que sembró, antes de que el corazón se endurezca. Es la única oportunidad para reconocer su error, pedir perdón y arrepentirse. Un corazón endurecido no ve la luz, ni siente la dirección del Espíritu de Dios (Rom 1.28-32).

Ga 5.19-21: “Manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, desenfreno, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, arrebatos de furia, ambición egoísta, discordias, divisiones, envidia, borracheras, fiestas desenfrenadas y otros pecados parecidos. Permítanme repetirles lo que les dije antes: cualquiera que lleve esa clase de vida no heredará el reino de Dios.”

Tarde o temprano, quien no se arrepienta de desear o hacer mal a su hermano o prójimo llevará la condena que advierte la Biblia en Gálatas 5.19-21, sea quien fuere. Nada hay oculto bajo el sol. ¡Brilla en tu caminar, no sabes a quién puedas con tu luz iluminar! No seas tentado por el mal, vence con el bien el mal.

El que lee entienda. Un creyente maduro con experiencia espiritual sabe qué clase de fuerzas se mueven en la oración. ¿Qué debemos siempre recordar y practicar? Las instrucciones de Cristo:27 »A los que están dispuestos a escuchar, les digo: ¡amen a sus enemigos! Hagan bien a quienes los odian. 28 Bendigan a quienes los maldicen. Oren por aquellos que los lastiman. 29 Si alguien te da una bofetada en una mejilla, ofrécele también la otra mejilla. Si alguien te exige el abrigo, ofrécele también la camisa. 30 Dale a cualquiera que te pida; y cuando te quiten las cosas, no trates de recuperarlas. 31 Traten a los demás como les gustaría que ellos los trataran a ustedes.

32 »Si solo aman a quienes los aman a ustedes, ¿qué mérito tienen? ¡Hasta los pecadores aman a quienes los aman a ellos! 33 Y si solo hacen bien a los que son buenos con ustedes, ¿qué mérito tienen? ¡Hasta los pecadores hacen eso! 34 Y si prestan dinero solamente a quienes pueden devolverlo, ¿qué mérito tienen? Hasta los pecadores prestan a otros pecadores a cambio de un reembolso completo. 35 »¡Amen a sus enemigos! Háganles bien.
Lc 6.27-35


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