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¿Es posible agradar a Dios sin fe?
Posiblemente digas NO, inmediatamente. Sin embargo, a veces nuestra propia oración es más una declaración de incredulidad que de fe en Dios. Les escribo esto porque no quisiera que la oración sea para pecado (Sal 109.7).
¿Cuántas de las oraciones que hacemos se escuchan como un intento de convencer a Dios?
“Si Dios no dudó al entregar a su Hijo por nosotros, ¿no nos dará también, junto con él, todas las cosas?” Rom 8.32
La manera efectiva de orar es orar con fe, porque “sin fe es imposible agradar a Dios” (Heb 11.6).
¿Cuántas de las oraciones que hacemos estamos pidiendo a Dios que haga algo que Él ha declarado o prometido que ya ha hecho?
Supongamos que su niño le pide comida y usted le sirve, él tiene el plato lleno de comida delante pero sigue pidiendo que le sirva la comida. ¿Qué pensarías del niño?
Erróneamente pensamos que Dios no quiere hacer lo que le pedimos y tenemos que convencerlo. La Biblia dice diferente “¿Y no hará Dios justicia a sus escogidos, que claman a Él día y noche? ¿Se tardará en responderles?” Lc 18.7. La respuesta es no.
Si hay alguien a quién convencer en la oración es a uno mismo. Admitir la incredulidad, arrepentirse de simplemente ignorar el mandato divino de meditar en su Palabra día y noche; y convencerse de que Dios es fiel a sus promesas y apropiarnos de ellas confiando en Él.
Fundamento de la oración en Cristo:
1. Dios le ha entregado toda herencia a Cristo Jesús. El pacto no fue contigo ni conmigo, fue con Jesucristo (Gál. 3:16). Por lo tanto, todas las promesas están seguras en Cristo.
2. Como estoy en Cristo, soy coheredero de esta bendita herencia. O sea, ya no queda nada más que Dios tenga que darme. Dios lo ha dado libremente a todos los que están en Cristo, Rom 8:17.
3. Todas las promesas de Dios ya son mías, 2 Cor. 1:20
4. Ya fui librado de todas las maldiciones Gal 3:13
5. Tengo que mantenerme confiando y buscando evidencias hasta que experimente la promesa como real y verdadera en mi corazón.
6. Tengo que aprender a llevar todo mi ser a experimentar que las promesas de Dios son mías. Tener esta experiencia con no sólo en mi mente, emociones, sentimientos, sino en mis creencias, actos y decisiones.
7. No puedo separar la capacidad de recibir estas promesas de mi identidad en Cristo. Si las separo se destruye el proceso.
Amamos a Dios y oramos a Dios con toda nuestra alma. El alma no es nuestra, es de Dios. Dios es uno y al orar unimos nuestra alma a su fuente, nuestro Padre Creador. Por eso les he dicho antes que orar es reconciliar, volvernos a unir, ahora conscientemente y con el acto de esfuerzo de la oración. Digo esfuerzo porque tenemos que ser capaces de romper con las limitaciones que imponen nuestros sentidos al no brindar la información completa, la culpabilidad, la verguenza, el enojo, las frustraciones y toda carnalidad. En este sentido orar con el corazón, con todas nuestras fuerzas y emoción es superior a cualquier sacrificio que uno pueda hacer.
Hay muchos enemigos de la oración que vencer. Cuando estoy orando y pienso en cambiar el aceite al carro, lo que escuché de mi hijo anoche, en lo que deseo hacer mañana, etc., no estoy orando, estoy divariando. Soy “semejante a una ola del mar movida por el viento y echada de un lado a otro.” Stg 1.6
Esto es uno de los ejemplos de las limitaciones que tengo que vencer.
Recordemos varios principios importantes al orar:
1. A través de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo, Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para la vida y la piedad, 2 Pedro 1: 3-4, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia.
2. Estamos capacitados para recibir todas las promesas de Dios porque estamos en Cristo Jesús, 2 Cor. 1:20, Col. 1:12 “dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en la luz.”
3. Estamos libres de toda maldición a través del Señor Jesús, Gal 3:13 “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición.”
4. Tenemos una nueva identidad en Cristo Jesús, 2 Cor. 5: 17-18.
5. La fe es una creencia del corazón, no un mero reconocimiento del intelecto. La fe es una simple confianza que envuelve todo el ser además de la mente, Mr 11:23, Rom 10:9.
6. La única manera de permanecer en las promesas de Dios es permanecer en Cristo Jesús.
7. Para permanecer en Cristo, debo aprender a vivir consciente de Cristo en mi corazón, vivir cada instante persuadido de Él.
8. Tener comunión con Dios en base a todo lo que compartimos con Cristo: yo fui crucificado con Cristo (Gal 2:20), y resucitado con Él (Col 3:1-2), por tanto tengo que poner mi mente en las cosas de arriba, no en las de la tierra.
9. Ya que estoy en Cristo, yo soy como Él es ahora, 1 Jn 4:17.
Ya que estoy en Cristo, y Él está en mí, ahora soy tan justo y aceptado ahora como en cualquier otro tiempo en mi vida.
No se deje llevar por sentimientos que destruyan la atención. La oración y la confesión de la Palabra acompañada con la meditación pueden cambiar los sentimientos. Dios escucha cuando oramos en fe, aunque el sentimiento pueda ayudarnos no es requisito para Dios. Dios responde a la fe no a los sentimientos. Los sentimientos vendrán cuando creemos la verdad.
Busque continuamente nuevas Escrituras para memorizar y practicar. Sea abierto y receptivo al Espíritu Santo. Sobre todo, siempre haga de la experiencia por lo que estás orando una realidad presente. La clave es experimentar los resultados como si ya estuvieran hoy y tendrá la paciencia y la paz mientras camina hacia su cumplimiento mañana.
Las creencias en el corazón son producto de nuestro sentido de identidad más que de otra cosa. Todo lo que hacemos se desprende de lo que creemos que somos. Hemos vivido casi toda la vida ministrando cosas falsas al corazón y hemos creado un falso sentido de identidad. Nosotros no creemos en nuestros corazones que de verdad hemos muerto con Cristo y hemos resucitado con Él, con una nueva identidad por esto resulta tan difícil andar en el Espíritu.
Hay mucho más que compartir, este es solamente un inicio para guiar a todos aquellos que desean tener resultados en su vida de oración.
Ore de tal manera que sus palabras reflejen la confianza y seguridad de que ha creído a las Palabras y promesas de Dios. ¿Y si no creo de verdad? Entonces ore confesando su incredulidad, siendo honesto y abriendo su corazón delante de Él. El proceso siempre es similar: intención (emociones), conocimiento (mente) y revelación de la Palabra (comunión).
Por ejemplo, Dios dice a través del profeta Isaías:
“Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y cuando pases por los ríos, no te inundarán. Cuando andes por el fuego, no te quemarás ni la llama arderá en ti.” Is 43:2
Oración ejemplo: Bendito eres tú Padre, Dios de nuestro Señor Jesucristo, que siempre estás conmigo. Por tanto, no tengo temor de las llamas que destruyen, porque el Señor mi Dios protege a sus hijos. Aunque tramen en secreto trampas de mentira tú harás que tropiecen en sus propias redes. Las aguas no me inundarán. Declararé tus maravillosas obras porque para siempre eres fiel. Te amo y te adoro Padre bueno, mi vida entrego a ti, quiero agradarte. Oro en el nombre de Jesús mi Señor. Amén.
(Isaías, reconocido como profeta en los libros de los Reyes y Crónicas, también era sacerdote. El llamado que Dios le hizo ocurrió en el templo (Is 6.4), lugar reservado para los sacerdotes únicamente. La unción que recibió en su llamamiento se parece a la del profeta Jeremías (Jer 1.9; cf. Is 6.7). Jeremías era sacerdote.)
A continuación comparto algunas preguntas bíblicas para asegurarse de que nuestras oraciones no sea estorbadas y quedemos sin respuestas. Están en 1ra persona:
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