El poder de la tentación

Comidas para Conferencias

Según la Biblia hay 3 canales através de los cuales Satanás tratará de seducirte para que actúes independiente de Dios.

El apóstol Juan los resume en estas instrucciones a los hijos de Dios:
1 Jn 2.15-17
“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.
Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.”

Los tres canales de tentación son:
1. los deseos (concupiscencia) de la carne.
2. los deseos de los ojos.
3. la vanagloria de la vida.

La tentación no es pecado. No se sienta mal cuando es tentado sino alerta. La actitud de vigilante ante la tentación es una habilidad santa.
Se desarrolla con la madurez espiritual.

“Cuando vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; tomó de su fruto, comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.” (Gn 3.6).

La falsa expectativa de satisfacer una necesidad imaginaria la llevó a cometer un acto que arruinó su vida para siempre. La necesidad era imaginaria porque tanto Adán como Eva fueron creados a imagen de Dios (Gn 1.26), estaban completos al tenerse el uno al otro en medio del paraíso con Dios.

La sensación de carencia es el poder que hace que una persona que se siente sola mienta para ganar aceptación, una que se siente rechazada en casa cometa adulterio.
La sensación de carencia hace del pecado una opción lógica y convincente. El poder de la tentación es el poder del deseo.

Toda tentación surge de una necesidad genuina dada por Dios. La tentación no es la incitación de hacer lo que no queremos hacer sino el anhelo de que se cumpla un deseo que tenemos.
El problema es que cuando nos sentimos incapaces y nos descalificamos, no vemos maneras ni tendremos esperanzas de satisfacer nuestros anhelos de una manera sana, agradable a Dios.

Así como Adán y Eva sintieron verguenza por su desnudez, también podemos sentirnos vulnerables ante la persistente sensación de carencia. Lastimosamente seguimos una lógica difusa porque intentamos vencer la tentación atacando las cosas externas cuando en realidad el problema es interno. Así creamos nuevas reglas y leyes que nos ayuden a perfeccionarnos pero en vez de eso lo que hace es agudizar la sensación de carencia.

Nada sustituye las relaciones sanas con Dios y con la gente. Las reglas tienen sentido de vida en el contexto de las relaciones. Mientras mejores sean las relaciones más vamos a valorar las reglas que permiten mantener el buen orden, bienestar y convivencia.
Así también tenemos reglas personales, algunas personas son más estrictas que otras, pero el propósito de todas ellas es llevarles a vivir una vida más plena en comunión con Dios y las demás personas.

“Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie;
sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.” (Stg 1.13,14).

El poder de la tentación es el poder del deseo.
Viva buenas experiencias con frecuencia, sea balanceado en su vida emocional, disfrute del presente (ayer ya pasó y mañana lo construimos hoy).


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