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Por la unción del Espíritu Jesús se convirtió en Cristo, no por la unión hipostática del Hijo de Dios y el hombre Jesús. Mesías significa el Ungido (de Dios), y fue la unción la que lo hizo efectivo como Salvador. Jesús fue ontológicamente Hijo de Dios desde el momento de la concepción, pero se convirtió en Cristo por el poder del Espíritu. Cuando Satanás tentó al Hijo de Dios para abusar de sus poderes, el Hijo se negó y escogió el camino de la dependencia del Espíritu. Es a través del Espíritu de Dios que comienza a realizarse la divinización del mundo. En Cristo, la humanidad se eleva al ámbito de Dios (2 P 1.4).
Jesús fue concebido, ungido, empoderado, comisionado, dirigido y levantado por el Espíritu de Dios. Jesús recibió esta unción de predicar buenas nuevas a los pobres y rescatar a la gente de todo tipo por el Espíritu de Dios (Lc 4:18). Jesús declaró: “Si por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, entonces el reino de Dios ha llegado a ustedes” (Mt 12.28). Jesús estaba consciente de trabajar bajo la dirección del Espíritu de Dios para establecer el reino de Dios. Para eso fue ungido con Espíritu y poder (Hch 10.38).
Es evidente que el poder del Espíritu de Dios estaba sobre Jesús de Nazareth para beneficio del mundo. Jesús vino como el Ungido, llevando el evangelio del reino y haciendo señales y maravillas. Proclamó buenas nuevas a los pobres, misericordia a los enfermos, libertad a los cautivos, vista a los ciegos. Por el poder del Espíritu, Jesús anunció que Dios quiere y se interesa por la integridad humana. Por tanto, no fue a los justos, sino a los enfermos y marginados, para reunirlos bajo las alas de Dios. Por el Espíritu Jesús liberó a los oprimidos por el diablo.
Los evangelios presentan a Jesús dependiendo del Espíritu de Dios siempre. Los evangelios presentan al Espíritu guiando a Jesús a trazar su camino. Espíritu de Dios fue la antesala de su llegada, fundamental en su nacimiento, lo guió a través de la vida y a través de su muerte. Luego en su resurrección abrió la puerta a la salvación para
todo aquel que cree. Si has creído, esto es también una operación del Espíritu de Dios.
Considerando cuán central fue el Espíritu de Dios en su experiencia y ministerio, resulta contrastante que Jesús rara vez hablaba de él. Sin embargo, dio testimonio del Espíritu. Demostró la realidad del Espíritu, aunque nunca desarrolló una doctrina del Espíritu. No ministró sólo con palabras, sino con poder. Jesús prefería actuar con el poder del Espíritu en lugar de hablar del Espíritu. Incluso hoy en día, la forma de enseñar acerca del Espíritu de Dios es vivir en dependencia del Espíritu del Dios.
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