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Al principio Dios le dio autoridad a Adán sobre el planeta Tierra.
Gn 1.28 “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.”
La idea de que cuando el hombre cayó cedió su autoridad al diablo es una mentira que no se encuentra en ninguna parte en la Biblia. Fue Yahvé Dios quien le dio al hombre autoridad y sólo Dios pueda quitársela y pasarla a otro. Si comprende esta simple verdad, se dará cuenta de cómo es que podemos resistirlo fácilmente.
¿Pero no dice la Biblia “Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo (a Jesús): Todo esto te daré, si postrado me adorares.” (Mt 4.8,9)?
¿Será que vamos a tropezar donde mismo tropezó Eva: en creerle a la serpiente?
¿Quién está hablando en este pasaje? Satán, el padre de la mentira, Jn 8.44.
Jn 4.1 “Amados, no creáis á todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas son salidos en el mundo” enseñando que Satán tiene autoridad sobre este planeta. No es cierto.
Ya que es el ser humano quien tiene autoridad en este planeta, Satanás solo puede hacer lo que hace en este mundo a través de los humanos. Nada sucede en el planeta Tierra sin la participación del hombre.
¿Y qué de la hechicería, brujería, magia, esoterismo y exoterismo?
No pudieran existir sin la participación del ser humano.
Estas son obras de la carne según la Biblia, “manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, disolución, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías” Ga 5.19,20.
La carne es el intento del hombre de vivir sin Dios. La hechicería comienza por el ser humano y Satán se aprovecha, como se aprovecha de cualquier otra obra de la carne, sea tan simple como los celos. Si el ser humano se permite dar rienda suelta a los celos, allí, de seguro aparecerá Satán o sus demonios, porque “si tenéis envidia amarga y contención en vuestros corazones, no os jactéis, ni seáis mentirosos contra la verdad: esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrena, animal, diabólica. Porque donde hay envidia y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa.” Stg 3.14-16.
¿Por qué se molestaría Satán y sus demonios en poseer a un ser humano si pudieran destruirlo desde su propio ámbito de existencia? Si en realidad Satanás tuviera autoridad sobre este planeta, hace largo rato nos habría destruido a todos.
Entonces, como no puede hacerlo, Satán nos ha engañado para que le cooperemos.
Incluso cristianos le cooperan. Ese es el arte del engaño: uno no sabe que está siendo engañado. Mientras batallemos con el pecado tenemos la diligente tarea de velar por nosotros mismos para no ser engañados con emociones carnales que nos arrastren a entrar en cooperación con este ser malvado. Satán se aprovecha de los deseos de la carne: inmoralidad sexual (porque el cuerpo es sagrado), pasiones sensuales (porque daña la relación con Dios y los demás), idolatría (porque es un insulto al raciocinio), hechicería (porque es un intento de manipular la gente), pero también otros más comunes como la hostilidad, pleitos, celos, arrebatos de furia, ambición egoísta, discordias, divisiones, envidias, borracheras, fiestas desenfrenadas y otros pecados parecidos. Cualquiera que practique esa clase de vida no heredará el reino de Dios.
Y como el hombre está en esta condición moral y espiritual corrupta, “el mundo entero está bajo el maligno.” 1 Jn 5.19. El hombre no es pecador de nombre sino porque se deleita en su pecado y lo practica con gusto. Esta es la cruda realidad de cualquiera sin Cristo que se mire honestamente adentro. Necesita de perdón y salvación.
¿Por qué este mundo está tan destruido? Porque es nuestra autoridad la que nos destruye, no la del diablo. La falsa doctrina del dualismo nos ha engañado diciendo que Dios y Satanás están peleándose en este planeta, la verdad es que Satanás y el hombre son los que están peleándose por este planeta.
Satanás es enemigo de Dios pero no es rival para Dios.
¿Será que de verdad los cristianos podemos creer que Cristo triunfó sobre el diablo y nos dio la victoria? Satán es un enemigo vencido pero muy obstinado a hacer parecer al hombre que todo este caos es culpa de Dios de manera que el hombre no asuma su responsabilidad y use su autoridad para establecer justicia y paz en el mundo.
Cuando las personas no vencen sobre el diablo es solo porque han cedido su autoridad, ya sea por miedo, incredulidad o en busca de cualquier placer independiente de Dios han terminado en cualquiera de las obras de la carne y los cristianos no están exentos del riesgo. La buena noticia es que la pueden retomar porque no es Dios quien ha traspasado la autoridad sino el ser humano quien la cede por engaño.
Satán sabe muy bien que para él, todo está perdido. El plan divino sigue en pie.
Una persona se me acercó y me dijo: “Pastor, cuando el diablo me ataca lo reprendo pero cada vez viene con más fuerza contra mí. Ya estoy cansado de esta lucha, ¿qué puedo hacer?”
Yo le respondí: arrepiéntete por no creer la verdad.
La Biblia dice que cuando resistimos al diablo, él huye de nosotros;
“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.”
Stg 4.7
Y en ninguna parte la Biblia dice que Satanás regresa más fuerte contra nosotros. Cuando nuestra experiencia no está en armonía con las Sagradas Escrituras nos alejamos de la única fuente de verdad: Dios.
Nunca las Escrituras están equivocadas. Así que le dije: ¡hay algo en tus creencias y experiencia que necesitas cambiar.
La palabra “resistir” significa oponerse. Esta es palabra tiene un significado amplio pero, en este contexto, el hecho de que nos hayamos puesto de acuerdo con Dios (“someteos”) significa que nos hemos aliado a la verdad y estamos en oposición al diablo. Esto es lo que significa resistir. Alinearse con la Palabra de Dios es, de hecho, resistir al diablo sin tener que ponerle atención.
Lo principal que los creyentes tienden a pasar por alto de esta escritura del apóstol Pedro es que para resistir al diablo, primero debemos someternos a Dios.
Solamente estamos sometidos a Dios cuando primero entregamos nuestras creencias y opiniones a Su Palabra y la obedecemos. Si nuestra vida no concuerda con la verdad de Dios, vivimos y creemos mentira y ¿quién es Satán? El padre de la mentira.
Para resistir al diablo, primero debemos someternos a Dios. La palabra “someterse” tiene la definición general de ceder voluntariamente, lo cual nos lleva a estar de acuerdo.
Una vez que nos sometemos a Dios no hay necesidad ninguna de entrar en guerra, atar, soltar o reprender.
¿Cuándo en la Biblia se reprende a un espíritu malo?
Cuando se manifiesta oponiéndose a la voluntad de Dios en nuestro andar diario. En ese momento se pone en su lugar.
¿Quién puede ponerlo en su lugar?
La iglesia. Lee Efesios 1.
En especial al final, Ef 1.17-23
“Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, les dé espíritu de sabiduría y de revelación en el pleno conocimiento de él; habiendo sido iluminados los ojos de su entendimiento para que conozcan cuál es la esperanza a la que los ha llamado, cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la inmensurable grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, conforme a la operación del dominio de su fuerza. Dios la ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo hizo sentar a su diestra en los lugares celestiales, por encima de todo principado, autoridad, poder, señorío y todo nombre que sea nombrado, no solo en esta edad sino también en la venidera. Aun todas las cosas las sometió Dios bajo sus pies y lo puso a él por cabeza sobre todas las cosas para la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de aquel que todo lo llena en todo.”
La mayor parte de lo que hacemos con el diablo es lo que Pablo llama dar golpes al aire. Estamos luchando contra un oponente que solo está en nuestra imaginación.
A la verdad, cuando Satán se manifiesta es muy evidente que es él, lo mismo cualquier otro espíritu de las tinieblas.
¿Sabías que Cristo venció a Satanás en la cruz?
¿Sabes que la iglesia es el cuerpo de Cristo?
Si en la condición más débil Jesús crucificado venció a Satanás, ¡cuánto más es el poder de Cristo ahora en su gobierno glorificado a la diestra del Padre!
¡La pérdida de tiempo más grande de un creyente es pelear con el diablo! Sé que eso va en contra de todo tipo de guerra espiritual popular pero yo me quedo con la Biblia. El apóstol Pablo nos dice que Satanás ha sido despojado de poder y autoridad (Col 2.15).
En Efesios, Pablo dice que en la resurrección Cristo Jesús fue levantado sobre todo principado y potestad y los puso a todos los principados y potestades debajo de sus pies (Ef 1.21-22). Luego el apóstol enseña que, como somos Su cuerpo, todo principado y potestad también está debajo nuestros pies.
¿Qué ha ocurrido en algunos de nosotros?
Que nos enseñaron experiencia sin verdad, misticismo sin realidad.
Negarse a aceptar la victoria que Cristo obtuvo a través de su muerte, sepultura y resurrección ha llevado a toda clase de maromas “espirituales” y falsas que están en abierta oposición a la verdad de las Sagradas Escrituras.
La guerra espiritual en el Nuevo Testamento se trata simplemente de lidiar con nuestros pensamientos y sistema de creencias. Cualquier otra cosa es simplemente “dar golpes al aire”.
1 Co 9.25-27
25 Los que se preparan para competir en un deporte, evitan todo lo que pueda hacerles daño. Y esto lo hacen por alcanzar como premio una corona que en seguida se marchita; en cambio, nosotros luchamos por recibir un premio que no se marchita.
26 Yo, por mi parte, no corro a ciegas ni peleo como si estuviera dando golpes al aire.
27 Al contrario, castigo mi cuerpo y lo obligo a obedecerme, para no quedar yo mismo descalificado después de haber enseñado a otros.
Cuando comencé el camino del Señor, yo con frecuencia andaba atando al diablo cada vez que me sentía atacado. Con el tiempo, tuve que ser honesto conmigo mismo y hacerme algunas preguntas muy simples: si he atado al diablo ¿quién lo está desatando? y si se supone que debe huir, ¿por qué se queda?
Luego hice lo que todos deberíamos hacer en cada situación; estudiar la Biblia. Allí leí todas las Escrituras donde Jesús tuvo enfretamiento con demonios e inmediatamente me di cuenta de que no estaba siguiendo Su ejemplo; por eso no tenía Sus resultados.
Jesús cuando fue tentado personalmente, habló la Palabra que creía en su corazón y Satanás huyó. Luego leí las Escrituras que hablan de cómo hacer huir al diablo y me di cuenta de que estaba muy equivocado al andar atando al diablo. De hecho, atar y desatar no tienen absolutamente nada que ver con el diablo. Tiene que ver con lo que permitiremos en nuestras vidas o en la vida de los demás de acuerdo a lo que el Señor Jesús logró. A través de atar y desatar establecemos el gobierno y la provisión del Reino de Dios en nuestras vidas! Al hacerlo, nos alineamos con Dios.
La Biblia nos dice que debemos hacer dos cosas para que el diablo huya de nosotros: someternos a Dios y resistirlo en la fe. “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.” 1 Pe 5.8-9
Tratar de luchar contra el diablo sin estar primero seguros de que nuestras creencias e intenciones están de acuerdo con la Palabra de Dios es un esfuerzo inútil. En ninguna parte la Biblia nos dice que hagamos guerra contra él. Si comenzamos a luchar contra él buscando ganar la batalla, nos hemos apartado de la verdad de Dios y Su Palabra. Según la Biblia, la victoria ya está ganada y somos más que vencedores. ” Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.” Rom 8.37
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