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Col 3.1-15
1 Siendo, pues, que ustedes han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba donde Cristo está sentado a la diestra de Dios. 2 Ocupen la mente en las cosas de arriba, no en las de la tierra; 3 porque han muerto, y su vida está escondida con Cristo en Dios. 4 Y cuando se manifieste Cristo, la vida de ustedes, entonces también ustedes serán manifestados con él en gloria.
5 Por lo tanto, hagan morir lo terrenal en sus miembros: inmoralidad sexual, impureza, bajas pasiones, malos deseos y la avaricia, que es idolatría. 6 A causa de estas cosas viene la ira de Dios sobre los rebeldes. 7 En ellas anduvieron también ustedes en otro tiempo cuando vivían entre ellos. 8 Pero ahora, dejen también todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia y palabras groseras de su boca. 9 No se mientan los unos a los otros; porque se han despojado del viejo hombre con sus prácticas 10 y se han vestido del nuevo, el cual se renueva para un pleno conocimiento conforme a la imagen de aquel que lo creó. 11 Aquí no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, esclavo ni libre; sino que Cristo es todo y en todos.
12 Por tanto —como escogidos de Dios, santos y amados— vístanse de profunda compasión, de benignidad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia; 13 soportándose los unos a los otros y perdonándose los unos a los otros, cuando alguien tenga queja del otro. De la manera que el Señor los perdonó, así también háganlo ustedes. 14 Pero sobre todas estas cosas, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto. 15 Y la paz de Cristo gobierne en su corazón, pues a ella fueron llamados en un solo cuerpo, y sean agradecidos.
16 La palabra de Cristo habite abundantemente en ustedes, enseñándose y amonestándose los unos a los otros en toda sabiduría con salmos, himnos y canciones espirituales, cantando con gracia a Dios en su corazón. 17 Y todo lo que hagan, sea de palabra o de hecho, háganlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Ayer les compartía en el culto de oración uno de los mayores malentendidos en cuanto a la fe bajo el nuevo Pacto. El malentendido es que debemos creer para que Dios nos dé algo que pedimos, como vemos en el antiguo pacto, ¡en vez de creer en lo que Dios YA ha dado en Cristo! Porque “todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder.” 2 P 1.3-4.
Amados, nuestra mayor lucha no es: ¿Puedo ser sano? Mi verdadera lucha es, ¿Puedo abandonar esta incredulidad y quitarme esta creencia de que todavía soy la misma persona de antes sin la vida de Cristo?
Si quiero sanarme necesito dejar a una lado las creencias que tengo sobre la enfermedad e involucrarme activamente en la renovación de mi entendimiento de acuerdo a la verdad que está en Cristo. Vale la pena dedicarle tiempo y esfuerzo a esto. No necesito alcanzar prosperidad, lo que necesito es dejar a un lado la mentalidad de escasez, seguir enfocado en el Reino de Dios y mirar cómo el fiel Señor cumple lo que promete.
Necesito dejar de prestar atención al viejo hombre y actuar según el nuevo que vive en Cristo y recibe todos los privilegios y promesas en Cristo (2 Co 1.20). Mi “fe para obtener algo de Dios” es en realidad un testimonio de mi incredulidad sobre lo que me fue dado libremente en la cruz del Calvario.
Tenemos un concepto no bíblico de recibir. Lo vemos como que estuviéramos esperando a que Dios nos dé una bendición y entonces la atrapamos. Pero bíblicamente, recibir, no es pasivo. Proviene de una palabra griega que significa “atraer a sí mismo, alcanzarse”.
Según la Biblia, las promesas ya están dadas (2 P 1.3), ya son nuestras en Cristo (2 Co 1.20), Dios nos ha calificado para recibirlas en Cristo (Col 1.12), ¿qué nos queda? Tomarlas y actuar en nuestra vida creyendo la verdad de corazón.
Amados, estamos advertidos de no plantar semillas de diferente clase (no plantar palabras, creencias, opiniones de diferente clase) en el mismo surco (en el mismo corazón). Su fe no crece porque siembra semillas de la Palabra de Cristo y luego semillas de dudas, miedos e inseguridades.
¡Debo dejar ir, soltar lo que sea que contradice mi identidad en Cristo o las promesas de Dios!
Jesús dijo que estas espinas son las que ahogan la Palabra de Dios (Mr 4.18). Cuando tú quitas lo que se opone a la Palabra de Dios, entonces la semilla de Dios puede crecer sin obstáculos en tu corazón.
Si quieres saber cómo plantar en el corazón ven los jueves al culto de oración.
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