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Algunos pueden pensar que los hijos aprenden cuando los padres los dejan tomar sus propias decisiones. Es una manera de decir que la mejor manera de aprender es dándose golpes con los tropiezos de las malas decisiones. Aunque uno aprende (si es sabio) a través de los propios errores que comete, existe una vía mejor por las que los hijos pueden aprender.
Los hijos toman decisiones sabias al observar a los padres instruyendo y viviendo de manera sabias, al escucharlos tomar decisiones sabias, de manera lógica, consecuente y fiel.
Como la vida ocurre y mucho de ella no se planifica, los padres harán bien en encarnar principios éticos fuertemente arraigados a la ley moral de Dios (Ex 20), los principios de vida que vemos en el Señor Jesús.
¿Cuál es el mejor momento para enseñarles? Siempre y constantemente todas las veces que están con los hijos, en la casa, el trabajo, caminando, hablando o jugando.
¿Qué debemos enseñarles?
Debemos enseñarles a entenderse a sí mismo, reconocer sus necesidades, aprender la vida desde un punto de vista bíblico (Dt 6:6-7).
Los padres entonces con sus hijos presentes, sin ocultarles los problemas que ya son evidentes para ellos, van a tomar decisiones en frente de ellos. No estamos sugiriendo que los hijos participen en la toma de decisiones sino que aprendan por vivencia y observación cómo sus padres lo hacen. Tampoco decimos que se les informe en asuntos graves que pueden afectarlos porque no tienen la edad ni los elementos necesarios para solucionarlos satisfactoriamente.
Todo esto aplica mientras el hijo es niño. Cuando el hijo es adulto y ha aprendido a estar bajo autoridad será muy considerado a la hora de compartir sus opiniones o “aconsejar” a sus padres. Este es uno de los beneficios de aprender a sujetarse a los padres.
Enseñe a sus hijos que Dios los ama tanto que les dio padres para enseñarles e instruirles de una manera respetuosa y gentil pero siendo autoridad en sus vidas.
Para influir positivamente tenemos que entender qué les apasiona, no simplemente alimentarlos y darles un techo.
Averigue inteligentemente las áreas fuertes y débiles de sus hijos para fortalecer las débiles y reafirmar las fuertes.
Padres, enseñemos a nuestros hijos a que vivan fieles al Señor, haciendo lo que es justo y bueno.
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