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¿Está bien hacerse preguntas de Dios, de la Biblia y de todo?
De hecho, ¡deberíamos probar todo lo que escuchamos relacionado con Dios, la doctrina, nuestro andar con Dios y cualquier asunto de la vida!
“Examinadlo todo; retened lo bueno.” (1 Tes 5.21)
Aquellos que nunca se cuestionan sus opiniones, criterios o creencias se convierten en seguidores ciegos que al final se convierten en líderes ciegos.
Desafortunadamente, muchos de los que cuestionan no saben cómo separar su persona de sus cuestionamientos y se vuelven rebeldes en su actitud, lo cual siempre conducirá a la destrucción (Is 30). Lo más lamentable es que el sistema religioso les ha hecho creer que son rebeldes por simplemente hacerse preguntas. ¡Qué fatal! Eso no es verdad.
Cuestionar lo que escuchamos es un principio directivo del Nuevo Testamento: “Prueben todas las cosas, quédense con lo que es bueno” (1 Tes 5.21). Cuestionar no es sinónimo de condenar. Tampoco cuestionar implica que tenemos que aniquilar a los que hacen los cuestionamientos.
No estamos cuestionando con el propósito de atacar a nadie, ni de discutir o probar que nuestra posición es la correcta. Cuestionamos porque, como discípulos, tenemos hambre de conocer la verdad.
2 Co 10.5 “destruyendo especulaciones y todo razonamiento altivo que se levanta contra el conocimiento de Dios” (LBLA).
Una especulación o razonamiento altivo es un argumento que se basa en experiencias subjetivas, en extrapolación de la realidad y en preferencias personales. Cuando permitimos que cualquier cosa menos la vida, la enseñanzas, la resurrección de Jesús , interprete la Biblia, o la aplicación de la Palabra de Dios o la identidad de Dios, ¡es argumento altivo!
La Biblia debe ser interpretada a través de la vida de Jesús, porque Jesús es, en persona, la revelación de Dios al ser humano. ¡Si consideras con profundidad y compromiso esta afirmación, siento que abrirás los ojos a una manera dinámica de ver la vida, la fe y a Dios!
La revelación del Padre es recibida por aquellos que son pequeños (Mt 11.25-26), los que entienden con todo su ser y no solamente con sus mentes. Los humildes son capaces ser enseñados por aquel que es grande. Muchos catedráticos pueden ser arrogantes llenos de autosuficiencia. Tenemos que estar atentos a nuestra actitud ante la vida. Quien es incapaz de cuestionar sus propios criterios no tiene nada más que aprender. Su propio conocimiento es su propia cárcel. Los escribas se consideraban especialistas del conocimiento de Dios, no tenían nada que aprender de Jesús, no tenían el valor de cuestionarse sus propias verdades y examinar si el Hijo de Dios podría estar vestido con la piel de un carpintero.
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