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El resultado de un corazón limpio es una persona sencilla, fiel, amable, buena.
Amar no es compartir nuestra soledad con otros igualmente solos. Cuando el ojo está limpio, el resultado es la visión. Cuando el corazón está limpio, el resultado es el amor.
Notemos que los adjetivos “bueno” y “malo” tienen que ver con la actitud del hombre hacia las riquezas según leemos en el verso 24.
Quien pone su confianza en las riquezas, manifiesta que su ojo no es bueno (claro) y que toda la vida (su interior, su alma) está llena de tinieblas.
La lámpara del cuerpo es el ojo: La luz entra a través del ojo. El ojo no es el origen de la luz, sino la ventana por la cual la luz entra al cuerpo (la vida). El “ojo” (verso. 22) corresponde al “corazón” (verso. 21). El ojo es al cuerpo lo que el corazón es al alma.
El “ojo” simboliza nuestra mayordomía de las cosas materiales, la manera en la que nos relacionamos con los bienes materiales, y el lugar de estima que damos a las posesiones.
El ojo bueno: El ojo bueno se refiere al corazón generoso y sencillo.
Cuando el amor está presente hay claridad de percepción y precisión de respuesta. Se puede ver al otro claramente como es.
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