De muchas maneras y en diferentes niveles siempre estás creando el mundo a tu alrededor para bien o para mal e interactuando con él. Dios hizo lo máximo al enviar a su Hijo y, a través de la fe en su muerte, sepultura y resurrección, nos ha hecho parte del Nuevo Pacto. En este pacto, ya Dios te ha entregado todo lo que necesites para la vida y la piedad (2 P 1.3); tu parte es hacer lo que sea necesario para creer de todo corazón lo que Jesús conquistó y alcanzó para ti, los beneficios del Nuevo Pacto, luego tomar decisiones y usar tu autoridad en cada situación que se presente.
Una cosa que hace que buenos creyentes ignoren y abandonen las instrucciones divinas y los mandatos de Dios tan rápido como puedan es la ética situacional. Parece que hay una idea de que si tenemos la razón y la otra persona no entonces estamos justificados para desechar la sabiduría de Dios y manejar nuestra vida como nos plazca o como nos sintamos independientemente de lo que Dios diga.
Parece que si tenemos la razón y la otra persona no entonces estamos justificados si la situación lo requiere para hablar grocerías, decir mentiras, gritar malas palabras, cometer actos desenfrenados y otra serie de desastres cargados de emociones negativas.
Cuando las situaciones son amenazantes o caóticas, no te rindas ante ellas, Cristo sigue siendo tu Señor y sobre todo tú te debes a Dios. No permitas que las circunstancias se enseñoreen sobre ti. Quizá no tengas poder sobre ellas, pero tienes poder sobre ti mismo y puedes decidir actuar sabiamente, hablar decentemente y mantener tu paz.
Toma decisiones que mantengan tu equilibrio interior y usa tu autoridad en cada situación que se presente para aceptar como lícito o rechazar como ilícito (atar o soltar) según la revelación que Cristo Jesús manifestó acerca de quién es Dios.
Por ejemplo, hay situaciones amenazantes donde parece ser conveniente mentir para salir del paso. Tú vas a practicar hablar la verdad para honrar a Dios o quedarte en silencio. Vas a practicar el honor de Su Presencia.
Hay situaciones donde se justifica gritar y hablar malas palabras porque alguien te lo está haciendo a ti. Tú vas a responder con blanda respuesta que calma la ira porque tu Rey así responde. Cuando a Cristo le maldecían, él no respondía con maldición ni grocerías (1 P 2.23-25). Igual que Él, tú vas a encomendarte a Dios juez del universo quien con justicia juzga y pelea.
Hay situaciones donde la enfermedad oprime el cuerpo y parece que estamos justificados para lamentarnos, llenarnos de ansiedades y temores. Tú vas a reconocer que ella está de paso, que lo permanente para ti es un cuerpo saludable, tu herencia es la salud. Vas a soltarte del miedo de esa enfermedad, miedo a vivir incapacitado(a), miedo a perder tu vida porque la verdad es que tu vida está oculta con Cristo en Dios (Col 3.3). El riesgo es real, el miedo es producto de nuestra imaginación.
Hay miles de ejemplos de cómo tomar autoridad y encausar nuestras vidas, les compartiré en persona cuando nos veamos.
Si dese compartir esta reflexión, el audio está aquí.
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