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Una de las habilidades más extrañas, encantadares y delicadas que Dios nos ha dado es el coqueteo. El coqueteo se expresa de un millón de formas diferentes en la unión romántica. Su fuerza seductora se encuentra en la manera tan sutil en que comunicamos disponibilidad e interés hacia la otra persona. Esta fuerza aparece en la Biblia desde que Isaac y Rebeca se flecharon “jugando a las caricias” (Gn 26.8).
Lo divertido de coquetear es que uno nunca sabe exactamente qué significa excepto uno mismo. Es un gesto de disponibilidad sexual. Es una forma de decir que estoy sexualmente disponible para la otra persona. El coqueteo no es consentimiento sexual inmediato sino una señal de disponibilidad.
El acto de coquetear puede ser tan simple como un comentario o una expresión para indicar atracción hacia el sexo opuesto. Podría ser guiñar el ojo, hacer señas, pestañar rápidamente, etc.
Aunque las parejas estén separadas ellas encuentran mil formas de coquetear. Se envían mensajes de texto y ocultan mensajes entre líneas.
Cierta ocasión mientras tomaba un te con un hermano accidentalmente dejó caer al piso una nota (sticky note) de su esposa. ¡No se imaginan lo rojo que se puso de vergüenza! No decía nada raro ni comprometedor lo cual indica que estaba en escrito en código, cifrado, con términos y metáforas de afecto que solo él y su esposa entendían.
Lamentablemente, el hermoso juego de coqueteo en el matrimonio contrasta con lo horrible del coqueteo de personas casadas con otros u otras que no son su cónyuge. Esto es contrario a las promesa del pacto. Este coqueteo es destructivo. Puede volverse manipulador con la intención no verbal de llevar a otra persona al camino prohibido del pecado sexual.
En las redes sociales donde se permite mirar imágenes de personas atractivas los coqueteos comienzan con un comentario amable, luego con la curiosidad en ver sus fotos, la foto del perfil y estudiarlas.
Tal vez ella tenga ya novio o marido, pero eso no importa.
El coqueto responde, da seguimiento, tal vez con un mensaje directo o un comentario inadecuado o incluso algo más privado.
Luego del coqueteo digital, la situación se complica y termina en conversaciones privadas donde comparten sus sueños y decepciones, sus esperanzas y anhelos. Muy pronto, dos teléfonos inteligentes han creado un espacio privado, ahora tienen una cita digital y nadie más lo sabe.
¿Se da cuenta del peligro tan grande?
Si lees te invito a decir conmigo:
¡BASTA YA DE COQUETEAR CON EL PECADO!
Coquetear es un regalo santo para parejas que han hecho pacto de amarse toda la vida. Como José, el príncipe de Egipto, sea sabio y huya por su vida.
“Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.”
Mt 5.29
Por tanto, si tu teléfono inteligente te es ocasión de caer, apágalo y échalo de ti; pues mejor es que se pierda el teléfono y no tu vida.
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