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Es en el corazón donde reside la capacidad de sentir, recibir y dar amor. Puesto que el amor es la necesidad más profunda de todo ser humano, el estado del corazón es el responsable de interpretar todas nuestras experiencias en la vida.
Jesús les dijo a los fariseos que estaban con él: Jn 9.39-41, están presos en sus propias costumbres, creencias y opiniones. Están ciegos. Isaías 42:7 nos dice que los presos están en cárceles sin luz.
¿Por qué es que están ciegos? Jn 9.41. Porque insisten en que ven, insistir en tener la razón a pesar de que su propia vida esté en ruinas y vaya contra el fruto de la Palabra de Dios.
Han cerrado sus ojos para no ver, ni entender ni convertirse (arrepentirse).
La falsa seguridad de tener la razón los consoló más que tener a Dios, Mt 13.15.
Los fariseos leían la Biblia y encontraban a un Dios vengador, justiciero, por eso eran duros, inmisericordes. Jesús leía la misma Biblia que ellos y encontró a un Dios misericordioso, generoso, dispuesto a intervenir a favor de su pueblo, a un Padre. Ambos leían lo mismo pero interpretaban diferente, según la condición de su corazón.
Al hallar una mujer sorprendida en el mismo acto de adulterio ellos encontraron razón para apedrearla, Jesús encontró razón para amarla, Jn 8.10,11.
Frente a los gobernadores romanos ellos encontraron razón para poner a prueba al Señor, Jesús encontró razón para definir las intenciones de sus corazones diciendo: dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios Lc 20.25.
¿Qué es de Dios? La vida. El César espera tus impuestos, Dios tu devoción.
(Haga click en el audio para escuchar el sermón completo.)
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