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Capítulo 3
Estas circunstancias llevaron a Judá a un cambio radical de su vida. Ya no pudo seguir ocultándose tras la máscara de hombre piadoso, temeroso de Jehová. Había sido desenmascarado como hipócrita, estafador, idólatra y mentiroso.
Judá lo admitió ante todo el pueblo que se había reunido para quemar a Tamar su nuera. Su confesión fue pública “Más justa es ella que yo.” Gn 38.26.
Si la historia terminara allí, seriamos tentados a creer que recibió una medida de lo que él mismo había hecho. Pero, ¿es acaso una cuota de humillación pública comparable a que casi quema a su nuera en un poste? Sería difícil justificar que Judá cosechó lo que sembró.
Si alguien había perdido el derecho de recibir la herencia y el título de primogenitura era Judá. Sin embargo se rompe la ley de siembra cosecha.
Judá se acercó a su padre, se arrodilló y recibió la bendición de primogenitura de labios de su padre Jacob: Gn 49.8-10.
Jacob en su bendición dice que los descendientes de Judá serían reyes. Comenzando con el rey David, los reyes de Israel nacieron de la tribu de Judá.
El mesías, Jesucristo, también nació del linaje de Judá.
La primogenitura se compartió entre Judá y los hijos de José (1 Cr 5.1-2).
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