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Durante la gran fiesta cada mañana el sacerdote hacía una procesión con agua de la fuente de Gijón, la misma que abastecía el estanque de Siloé.
El sacerdote llevaba agua en un recipiente de oro mientras se cantaba Is 12.3 y el pueblo que venía al templo leía las escrituras en Sal 118.25.
El pueblo daba 7 vueltas alrededor del altar celebrando a Dios cuando dio agua de la peña que el profeta Moisés golpeó.
Aquí es cuando Jesús alza su voz y dice “si alguno tienen sed venga a mi y beba” v 37. Cuando Moisés miraba la multitud desesperada y sedienta en medio del desierto, golpeó la roca y brotaron aguas – Nm 20.11.
La oferta de Cristo de darles agua es VEN y BEBE.
Cristo dice de sí mismo que Él es el agua que sacia la sed de vivir. Esto es un símbolo mesiánico poderosísimo.
Cristo reclama que de la misma manera que la roca fue golpeada en el desierto, así Él será golpeado, partido para que la vida brote de su propio ser para beneficio del sediento que quiera venir y beber (cf. Jn 19.34).
La frase “el que cree en mí” aparece 41 veces en el evangelio de Juan.
Cristo no sólo se ofrece como el agua que sacia al sediento de vida, sino además está diciendo que Él estará tan lleno que vendrá a ser como una fuente que fluye vida abundantemente y continuamente.
Pruebe a Cristo, sea lleno del Espíritu Santo.
“Si alguno tiene sed venga a mí y beba.” Jn 7.37
Siempre beber es el secreto de nunca vivir sediento.
Jn 7.39 “Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.”
Felipe había predicado el Evangelio en Samaria, la gente se había convertido, el Espíritu Santo había estado trabajando, pero algo todavía faltaba; Pedro y Juan vinieron a Samaria desde Jerusalén, pusieron sus manos sobre estos recién convertidos, y recibían el Espíritu Santo. Entonces comenzaron a disfrutar del Espíritu Santo; pero hasta que llegaron Pedro y Juan estaban incompletos. Pablo fue convertido dramáticamente cuando Jesús se le apareció en el camino a Damasco; y sin embargo, tuvo que ir a Ananías para recibir el Espíritu Santo. Por otra parte, leemos que cuando Pedro fue a predicar a Cornelio, mientras predicaba a Cristo, “el Espíritu Santo cayó sobre todos los que habían oído la palabra;” que Pedro entendió esto como señal de que estas gentes gozaban del mismo favor de Dios que los judíos, por haber recibido el mismo bautismo.
Le invitamos a escuchar este mensaje.
¡Sane su corazón y sanará su vida!
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