¿Qué ofrece el evangelio?
Esperanza, perdón y restauración. Nos hacemos daño hasta sin querer. En la Biblia esto se llama pecado. El pecado nos destruye y alejada de la vida que Dios desea. Para perdonar nuestros pecados y reconciliarnos con Dios vino Jesucristo a la tierra. Las personas necesitan poner a un lado sus opiniones y aprender a vivir según Jesucristo. Al hacerlo comprobarán que el reino de Dios ya está en medio nuestro. Nueva vida a cambio de confianza continua en Dios, esto es lo que ofrece el evangelio.
¿De qué se trata el evangelio?
El evangelio trata del Reino de Dios y de su Rey Jesús. El evangelio es la buena noticia que el Reino de Dios ya está entre nosotros. El Señor Jesucristo ofreció su vida para rescatar de la destrucción del pecado a todos los que creyeren en él y presentarlos justos ante su Dios y Padre. Dios lo resucitó de los muertos y vive para siempre. A los que pueden creer este testimonio Dios les perdona sus pecados, los trata como justos y les da vida eterna.
¿Qué es importante que todos conozcan?
Que el camino a la vida está al alcance de todos. “Cambien su manera de pensar para que cambie su manera de vivir” (Rom 12.2). “Si recibimos el testimonio de los hombres, el testimonio de Dios es mayor. Dios ha dado testimonio acerca de su Hijo. El que cree en el Hijo de Dios tiene el testimonio en su corazón; el que no cree ha hecho a Dios mentiroso porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado de su Hijo. Este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.” (1 Jn 5.9-12)
¿Cuál es el evangelio que el Señor Jesús predicó?
- El reino de Dios en nuestro mundo está. Cristo Jesús es el Rey que lo trajo. (Proclamación. Lc 17.20-22)
- A este reino entramos por la fe. El resultado es justicia, paz y gozo a todo el que obedece a Cristo. (Evangelio. Ef 2.8-9; Rom 14.17)
- La gente necesita poner a un lado sus opiniones y aprender a vivir según las instrucciones de Cristo. (Arrepentimiento. Mt 4.17)
- Cristo murió por nuestros pecados y Dios lo resucitó de los muertos. (Justicia y juicio. Jn 3.15-16). Jesucristo es el sustituto que fue aceptado por Dios a cambio del ser humano pecador.
- Todo el que cree en Cristo no morirá para siempre (a causa de sus pecados) sino que a pasado de muerte a vida y mientras siga al Señor tendrá la luz de la vida (Jn 3.16; 8.12; 1 Tim 1.15)
La buena noticia es que hay perdón de Dios para el alma angustiada al confiar en el sacrificio de Cristo, el Hijo de Dios. El perdón recibido es la puerta a una clase de vida diferente que Jesús llamó: vida eterna. Esa vida es el resultado de la comunión con Dios, fuente de toda vida. La buena noticia es que ahora el ser humano, a través de Cristo Jesús, es adoptado dentro de la familia de Dios como un hijo o hija y puede disfrutar de este privilegio para siempre. El privilegio de ser parte de la más gloriosa relación que emana vida. Hay vida plena en las relaciones profundas de la familia de Dios.
Los miles de millones que creen (Jn 3.16) están destinados a heredar la existencia más gloriosa jamás imaginada por la mente humana (1 Co 2.9). La salvación, en su sentido más glorioso, significa que quienes creen son adoptados como hijos e hijas de Dios, miembros reales de la familia de Dios. Jesucristo vino a esta tierra con el expreso propósito de reconciliarnos con el Creador de la vida (Col 1.20), llevarnos a la misma posición que ahora Él tiene dentro de esa familia de Dios (Rom 8.15; 17; Ga 3.29; 4.7; 1 P 1.4). Estamos destinados a heredar la misma imagen divina (2 Co 3.18) y el mismo carácter de Cristo. La muerte de Cristo fue planeada desde antes de la fundación del mundo (1 P 1.20) para llevarnos a esa gloriosa realidad (2 Tim 1.9), y Dios no fallará en este empeño (Fil 2.13).
¿Cuál es el camino de salvación del ser humano? Hay un camino seguro y definitivo a la salvación. El camino se encuentra en el Evangelio de Cristo, conocido al principio por el simple término “el camino” (Hechos 9: 2, 18:26, 19: 9, 23, 22: 4, 24:14, 22). Es la forma más magnífica y maravillosa que cualquiera haya imaginado. La verdad central concierne a Jesucristo, la razón de su vida, muerte, resurrección y su existencia actual. Sí, hoy Jesucristo vive. A través de la enseñanza de su vida, muerte y resurrección podremos entender el camino de salvación. A través de la comunión con Dios, podemos experimentar la realidad de Su Ser.
Supongamos que un padre trabaja como custodio de un edificio de oficinas del gobierno y se enferma y no puede hacer su trabajo. Su hijo adulto sustituye a su padre y asume la responsabilidad de su trabajo hasta que él se recupere de la salud. Al final del mes, el empleador le paga al padre su salario completo y normal. ¿Por qué? Porque el trabajo que realizó el hijo es imputado (o atribuido) al padre. El padre obtuvo su salario aunque el mismo no fue quien trabajó. Cristo Jesús tomó el lugar del ser humano para pagar el castigo por los pecados ante el Creador y al hacerlo también mostró su obediencia y alabanza a Dios el Juez Justo. Cristo cargó nuestro pecado (Is 53). La base legal de la salvación descansa sobre Cristo Jesús. Él es el Espíritu que da vida e intercede ante Dios Padre por nosotros (1 Co 15.45; Rom 8.34; Heb 7.25).
La Biblia nos dice que Jesucristo es el primogénito de Dios (Heb 1.6; Col 1.15). Pablo dijo que estamos predestinados a ser “conformados a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Rom 8.29). Todos nosotros estamos predestinados para ser transformados a la misma imagen que Cristo tiene ahora. Cristo es el “capitán” de nuestra salvación” quien conducirá a “muchos hijos a la gloria” (Heb 2.10). Cristo es el primogénito, quien tiene la preeminencia, y por causa de Él, habrá multitud de hijos e hijas. Escrito está: “Y me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso” (2 Co 6:18).
Los seres humanos (mediante el conocimiento de Cristo y la comunión en el Espíritu Santo) pueden ser participantes de la naturaleza divina (2 P 1.4). Esta es una declaración gloriosa del apóstol Pedro, que los seres humanos que hemos creído podemos llegar a ser poseedores de la naturaleza misma de Dios (Ef 3.19), esto incluye la manifestación del carácter y el poder de Dios (Col 1.21–22). Esta manifestación de justicia total aparecerá en la resurrección, cuando seremos elevados a un estado de perfección moral y espiritual sin “mancha ni arruga, ni cosa semejante” (Ef 5.27). Disfrutaremos las mismas virtudes y poderes que Cristo.
Nuestra perfección se hará evidente pues tendremos el cuerpo glorificado semejante al de Cristo, con su carácter, sus rasgos, y poseyendo su poder y su gloria. Incluso ahora, mientras estamos en la carne, participamos de la naturaleza de Dios a través de Su Espíritu. La salvación para hombres y mujeres es convertirse en miembros de la Familia Regente de Dios, ser parte de Elohim (Jn 1.12-13). Eso es salvación en su más gloriosa manifestación.
Algunos pasajes que hablan del evangelio:
Marcos 10:45: El Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
Romanos 5:8: Dios muestra su amor por nosotros en que mientras aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.
Romanos 6:23: La paga del pecado es la muerte, pero el regalo gratuito de Dios es la vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor.
Romanos 8:1: Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús.
Romanos 8:32: Aquel que no perdonó a su propio Hijo sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no también él con él nos dará todas las cosas?
2 Corintios 5:21: Por amor nuestro lo hizo pecado que no conoció pecado, para que en él podamos ser justicia de Dios.
2 Corintios 8: 9: Ya conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, por vosotros se hizo pobre, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.
1 Timoteo 1:15: El dicho es digno de confianza y merece la plena aceptación, de que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.
1 Juan 4:10: En esto consiste el amor; no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo para que sea la propiciación de nuestros pecados.
Apocalipsis 5:9: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre compraste para Dios a gente de toda raza, lengua, pueblo y nación.