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La creencia común es que al Verbo Viviente se le llama Hijo como un título encarnacional de Cristo. Aunque Su filiación con el Padre fue anticipada en el AT (Prov 30.4), Cristo no llegó a ser Hijo hasta que fue encarnado y engendrado en el tiempo. Él siempre fue Dios, pero se hizo Hijo. Eternamente Él es Dios, pero sólo desde Su encarnación ha sido Hijo… Cristo no fue Hijo hasta Su encarnación. Antes de eso, Él era Dios eterno. Por lo tanto, es incorrecto decir que Jesucristo es eternamente Hijo de Dios que es “hijo eterno” que siempre está subordinado a Dios, siempre menos que Dios, o por debajo de Dios. Su vida como Hijo comenzó en este mundo. No fue hijo hasta que nació a través del nacimiento virginal. Sólo después de la encarnación de Cristo dijo Dios: ‘Este es Mi Hijo.’
¿Te suena como que es verdadero? Traté escribirlo lo más persuasivo, claro y fiel a esa creencia como pude. Suena bien pero no es bíblico.
Esta posición parece venir de Heb 1.5 (RVA): “Porque, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Hijo mío eres tú; yo te he engendrado hoy [a];
y otra vez: Yo seré para él, Padre; y él será para mí, Hijo[b]?
[a] Sal 2.7 (RVA) Yo declararé el decreto: el SEÑOR me ha dicho: “Tú eres mi hijo; yo te engendré hoy.”
[b] 1 Cr 17.13 (RVA) Yo seré para él, padre; y él será para mí, hijo. Y no quitaré de él mi misericordia, como la quité de aquel que te antecedió.
La evidencia bíblica es esta:
El título “Hijo de Dios” cuando se aplica a Cristo en las Escrituras siempre habla de su deidad esencial y no de su sometimiento o subordinación voluntaria al Padre.
Los líderes judíos del tiempo de Jesús entendieron esto perfectamente.
Prueba bíblica:
Juan 5:18 dice que buscaron matar a Jesús, acusándolo de blasfemia “porque no sólo había quebrantado el día de reposo, sino que también decía que Dios era su Padre, haciéndose igual a Dios”.
En la cultura judía, el hijo adulto de un dignatario es considerado igual en rango y privilegio a su padre. La misma honra exigida por un rey se aplicaba a su hijo adulto. Después de todo, el hijo es de la misma esencia que su padre, heredero de todos los derechos y privilegios del padre y, por lo tanto, igual en todos los aspectos.
Cuando Jesús es llamado “Hijo de Dios”, fue entendido por los propios judíos (categóricamente por todos) como un título de deidad, haciéndolo igual a Dios y de la misma esencia que el Padre. Precisamente por eso, los líderes judíos consideraban el título “Hijo” como una blasfemia.
El término engendrado del que se habla en el Salmo 2 y Hebreos 1 no es un evento que tenga lugar en el tiempo. Aunque a primera vista las Escrituras parecen emplear una terminología temporal (“yo te he engendrado hoy”), el contexto del Salmo 2.7 claramente indica una referencia al decreto eterno de Dios. Es razonable concluir que engendrado del que se habla es algo que pertenece a la eternidad más que a un punto en el tiempo. Por lo tanto, el lenguaje temporal debe entenderse como figurativo, no literal siguiendo el contexto.
Las Escrituras se refieren a Cristo como “el unigénito del Padre” (Jn 1.14, 18; 3.16,18; Heb 11.17). La palabra griega traducida como “unigénito” es monogenes. La idea central de su significado tiene que ver con la absoluta singularidad de Cristo. Literalmente, puede traducirse como “único en su clase” y también significa claramente que Él es de la misma esencia que el Padre. Esto, creo, es el corazón de lo que significa la expresión unigénito.
Hablar de Dios engendrado es un concepto difícil. Dentro del ámbito de la creación, el término engendrado habla del origen de la descendencia de una especie. El engendrar un hijo denota su concepción, el punto en el que llega a existir. Algunos asumen que unigénito se refiere a la concepción en el vientre de la virgen María. Sin embargo, Mt 1.20 atribuye la concepción de Cristo, su encarnación, al Espíritu Santo, no a Dios Padre.
Engendrado al que se refieren el Salmo 2 y Jn 1.14 claramente parece no referirse a la concepción humana del Verbo en el vientre de María.
En el diseño de Dios, cada criatura engendra descendencia según su género (Gn 1.11-12; 21-25). La descendencia lleva la semejanza exacta del padre. El hecho de que un hijo sea engendrado por el padre garantiza que el hijo comparte la misma esencia que el padre.
El Logos o Hijo de Dios no es un ser creado (Jn 1.1-3). No tuvo principio porque fue engendrado antes de la creación del tiempo, por tanto, es tan eterno como Dios mismo.
Las relaciones humanas padre-hijo son simplemente imágenes terrenales de una realidad celestial infinitamente mayor. La única relación y modelo Padre-Hijo existe eternamente dentro de la divinidad. Todas las demás relaciones terrenales son meras réplicas, imperfectas porque están ligadas a nuestra finitud, pero ilustran una realidad viva y eterna.
Si la filiación de Cristo tiene que ver con Su deidad, la pregunta surge ¿por qué se aplica solo a la 2da persona de la Trinidad, y no a la 3ra también? Después de todo, no nos referimos al Espíritu Santo como otro Hijo de Dios, ¿cierto? Sin embargo, ¿no es acaso el Espíritu de Dios también de la misma esencia que el Padre?
Les dejo con esta pregunta para que piensen.
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